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Nordbrandt

nordbrandt-01El día que supe que iba a presentar a Henrik Nordbrandt soñé tres cosas por la noche. Primero, que discutía con mi madre, estábamos en una habitación y bajo el agua al mismo tiempo. Después que mi gata saltaba del balcón y cuando bajaba a buscarla había un jardín en la calle. Por último, que recibía una carta del señor Nordbrandt, muy amable, escrita con una preciosa caligrafía antigua, en un danés que, paradójicamente, aunque desconocía la lengua, era capaz de leer.

“Puentes de sueños” fue el libro con el que conocí la poesía de Henrik Nordbrandt. En él, la palabra poética se confunde con el sueño. Pero, lejos de las imágenes grandilocuentes, surrealistas, a las lo onírico nos tiene acostumbrados, sus poemas se desplazan con la ligereza de un paseo cotidiano en una mañana cualquiera. Y esa facilidad, esa ligereza, logra evidenciar la naturaleza real que existe en el sueño y el misterio que se salta las normas de una supuesta lógica, para conformar con la mayor naturalidad nuestra vida diaria.

 

Buenas noches. Gracias a todos por venir, gracias al Centro Lorca, a Granada Ciudad de la Literatura de la UNESCO y su equipo, especialmente a Jesús Ortega, por organizar este acto. Henrik Nordbrandt, poeta, novelista y ensayista danés nacido en 1945, es una de las figuras fundamentales del panorama poético danés y de todo el ámbito de Norteuropa. Destaca, sin embargo, su amor por las tierras del sur. Por el gran sur. Tras comenzar los estudios en lenguas orientales, estudios que nunca finalizó, comenzó un viaje vital, allá por la década de los 60, que le llevaría a vivir en diferentes lugares del sur de Europa. Turquía, Grecia, Italia y España. Publica en 1966 su primer libro titulado sencillamente “Poemas”, consagrándose como un enorme escritor en 1974 con su obra “Partidas y llegadas”. En 1990 recibió el premio Nórdico de la Academia sueca conocido como el “pequeño nobel” y el premio del Consejo Nórdico de Literatura en el año 2000 por su obra “Puentes de sueños”.

En España ha publicado El temblor de la mano en noviembre (Bassarai, 2003), la amplia antología Nuestro amor es como Bizancio (Lumen, 2003 y Debolsillo, 2010), 84 poemas (Bassarai, 2005), Puentes de sueños (Visor, 2008), 3 x Nordbrandt (Visor, 2012) y La ciudad de los constructores de violines (Vaso Roto, 2012)

“La poesía es algo parecido al sueño en la vigilia” dijo el nobel sueco Tomas Tranströmer. Para Nordbarant la materia del sueño es tan clara y a la vez profundamente enigmática como lo pueda ser la situación más corriente de nuestra vida cotidiana. Gracias a un lenguaje directo y nítido como la atmósfera de los países nórdicos (quizá uno de los pocos rasgos en que reconocer el origen del autor) la materia del sueño se atempera, hasta mostrarse paradójicamente indistinguible de una realidad que nunca llega a tocarse o que se desvanece antes de asirla. La palabra trasciende su sentido, se transforma en materia tan real y distinta como la vigilia o el sueño.

El sueño, el viaje, la luz, el amor y la sensualidad, la nostalgia de un regreso a lo que no sucedió, y la atmósfera del sur, de un gran sur mediterráneo donde experimentar la felicidad de la vida bajo el sol. Donde la tradición, los mitos, la referencia a los lugares nada tiene que ver con un exotismo banal, sino que forma parte indisoluble de la formación integral del poeta. Como Nordbrandt escribe:

“En mi juventud viví en dos mundos:

el que conocía y el que no conocía

pero quería visitar. Ahora solo tengo uno

y no sé si lo conozco o no”

Crear la realidad en el sueño. Escribir mirando sobre los hombros de aquellos que nos precedieron, como un eslabón más de una cadena de poetas que manejan las despedidas, el amor y la fina ironía. De pie sobre Kavafis, Pessoa, Auden.

nordbrandt-02

Como en el poema “Carducci”
El poeta Carducci del que no he leído nada

y del que solo sé que está muerto

vivió en la casa de enfrente.

De noche, en el rumor del río

estrofas en italiano llenaban mis sueños.

De día habían desaparecido, y yo no podía

emprender nada, ni escribir una línea

sino que daba vueltas inquieto y hacía orden

en un desorden que cada vez se hacía más inabarcable

como si se mudasen a mi casa varias personas cada día

aunque estaba solo. Las estrofas

que llenan ahora mis sueños son atonales

acompañadas de trompas, campanas y el ruido del mercado

de la plaza que tú cruzas todos los días

-y además puedo recordarlas por la mañana.

Pero cuando te veo, se me ocurre la idea

de que es el amor de Carducci a otra

lo que vivo de nuevo, su locura lo que sufro

y sus poemas no escritos lo que escribo.

-Si eso es así, lo amo

por haber usado mis ojos para ver

la luz casi invisible que te rodea

-con estas ansias que tal vez solo posean los muertos.

 

nordbrandt-03Junto al sueño, la obra de Nordbrandt va seguida del viaje y del amor. El viaje, aunque incluya breves apuntes biográficos, poco tiene que ver con trasladar una experiencia. Más bien se podría decir que el poeta se vale de dicha experiencia para crear otra cosa. El viaje, como regreso a aquello que no aconteció, coincide en un sentido con la definición de amor. Un amor que se mueve entre la pura naturaleza de lo sensual y la soledad de la melancolía del fin que aún no sucedió pero que prefigura, serenamente, la ruina. El amor como una luz de la que no sabemos si pasó ante nosotros hace mil años o aún está indefinidamente por llegar. La narración de la total imposibilidad de un encuentro que finalmente ocurre, desde un lenguaje sin peso, despojado, donde el tiempo y la música fluyen despacio, con una superficie cristalina. Una escritura elegante, aparentemente plana y despreocupada. Una escritura que solo necesita de una atención despaciosa, una paciencia, para revelarse evocadora y poderosa. Entre la insignificancia de lo cotidiano y la revelación que podemos obtener de lo cercano, de lo real.

Tal vez la poética de Nordbrandt podrían resumirse en estos versos: “todo está escrito ya pero nada ha sido leído/hasta que no se escriba una vez más”. Hay un orden sutil que se desprende, de manera rotunda de su obra. Un orden que recuerda la propuesta poética del poeta catalán Joan Margarit cuando afirma que:

“Un poema ha de decir justo lo que necesita (la mayor parte de las veces sin saberlo) su lector o lectora. De esta exactitud viene el poder de consolación de la poesía, porque la poesía sirve para introducir en la soledad de las personas algún cambio que proporcione un mayor orden interior frente al desorden de la vida. A la angustia por este desorden a veces se intenta hacerle frente con los entretenimientos, pero la diferencia es que de un entretenimiento se sale tal como se ha entrado. Sólo se ha pasado un rato. En cambio, al acabar de leer un poema ya no somos los mismos porque ha aumentado nuestro orden interior”.

Los poemas de Nordbrandt arrojan luz sobre nosotros casi sin que nos demos cuenta. Esa luz que se arroja desde el norte sobre el sur es una luz de ida y vuelta. Es una luz verdadera, en el sentido que Antonio Jiménez Torrecillas, el arquitecto granadino y gran poeta de la luz, expresara con estas palabras: No existe una luz perfecta sino que cada luz es perfecta por pertenecer a un lugar. La luz perfecta es la luz verdadera.

 

 

 

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