La vida está hecha para contar nuestras historias y esta noche os voy a contar la mía. Ese Sacromonte de cuevas encaladas, de señoras en la puerta, de niños tatuados con las motos, pero también el otro Sacromonte que yo conozco, el escondido, y que está mucho más vinculado a la arquitectura, la tecnología y la contemporaneidad. (Pilar Dalbat)
Decía Antonio Jiménez Torrecillas: “La cercanía la establecen los afectos. No debemos confundir, por tanto, proximidad y cercanía. Lo próximo lo constituye nuestro entorno inmediato, nuestra calle, nuestro pueblo o ciudad, nuestro país. Después de un viaje prolongado, en el camino de vuelta, al reconocer el paisaje cotidiano, al divisar sus montañas, es cuando notamos que nos sentimos en casa. No importan los cientos de kilómetros que queden para llegar. En lo próximo nos reconocemos. Sin embargo, solo nos adentramos en el universo de lo cercano cuando traspasamos la frontera de lo próximo, cuando nos reconocemos en nosotros mismos”.
Esta manera tan personal de aprender de lo cercano es algo a lo que Pilar Dalbat nos tiene acostumbrados. Un ejercicio de creación que parte de un análisis casi intelectual de lo concreto para acabar convirtiéndose en un crisol de alquimista en donde precipitan la intuición y el sentimiento.
La colección METRO y la colección ETSA ya transitaban lo cercano. Por una parte el espacio de infinitas resonancias de la estación Alcázar Genil. Por otro, la Escuela de Arquitectura de Granada y, más allá de eso, la labor docente. En ambas el lugar, la innata capacidad de evocación de los lugares, era el potente motor de un proceso creativo altamente original que, en ocasiones, podía ser rastreado hasta sus fuentes, sin dejar de estar este camino repleto de sorpresas.
Lugares, actividades y vivencias traducidas en términos de moda, que nos hacían entender esa relación cierta y enigmática entre el cuerpo, la ropa y nuestra casa. Entre el más interior de nuestros refugios y otros cada vez más expansivos, en los que compartir y relacionarnos.
Una vez más, la excusa se convierte en el motivo. El Sacromonte, que es en sí mismo un barrio, un paisaje, un libro de historia y de antropología, una mezcla de símbolos herméticos, cultura popular y vivencias directas, recibe una atenta mirada que, desde la tradición, viaja al momento presente.
Cada colección de Pilar Dalbat reflexiona sobre temas constantes, adaptándolos al nuevo enclave que nos propone. En este caso, la progresión de tonos piedra, de blancos, salpicados ferozmente por los metalizados en colores cobre y azul (los colores del barrio), dieron paso a prendas completas construidas en estas tonalidades metal, y más tarde a los estampados gráficos, donde la estrella de seis puntas de la abadía se convierte en el motivo principal del maquillaje de las modelos y en el leitmotiv de algunos de los detalles de las prendas. El detalle, por así decirlo, se eleva a la categoría de seña de identidad; al igual que ocurre en la propia abadía.
El uso de toda una gama cromática sacromontina se une a los tejidos lavados y envejecidos, los metalizados, las rejillas, laminados y calados, donde el bordado a mano se da la mano con técnicas tan singulares como las de encalado o la imprimación. La progresión sobre una pasarela de trazado quebrado y luz de neón que resaltaba lo mágico del momento, sirvió para mostrar un conjunto de tonos neutros salpicados con golpes de color impactantes, como hallazgos visuales en un paisaje árido, rocoso. En la colección pudimos ver el barrio del Sacromonte, su arquitectura, su realidad, su paisaje físico y su paisaje humano.
La espectacular puesta en escena que pone en valor el fondo de la Abadía, actualizándola y mezclándola con la luz artificial, la música; un paisaje recreado más allá de lo real. Diseños femeninos y contemporáneos, con un toque ambiguo que refleja la modernidad arraigada en la tradición, construida desde la tradición y evolucionada hasta contar lo que hoy ocurre. Moda que habla del momento en el que se crea, pero que a la vez es atemporal, como el propio Sacromonte.
La colección parte de un sentimiento muy íntimo, nacido de las vivencias que conforman el alma de la firma. Así, los recuerdos se transforman en prendas oversized, imprimadas en tejidos de texturas que recuerdan las cuevas encaladas o las miradas tras los visillos,…en definitiva, en outfits que pretenden relatar las historias del Sacromonte, de sus gentes, de la propia abadía.
Lo que se vivió en la noche de la presentación supera la idea convencional de desfile de una colección de moda. En el show de Pilar Dalbat se mezcló la moda con la arquitectura, el arte, la tradición, la música, el diseño gráfico e industrial. Sin duda, con la intención de recuperar un espacio emblemático y ofrecérselo de nuevo a Granada, con otra mirada, con ojos rabiosamente actuales.
Con la ilusión de que sucedan cosas mágicas y que los granadinos puedan vivirlas.