Nº7. Arqueología industrial

La especulación del suelo ha sentenciado finalmente la suerte del Toblerone. La dificultad para calificar la nave como Bien de Interés Cultural, a la manera de su vecino, el Cable Inglés, unida a la dejadez general y la estupidez intencionada de los responsables políticos, han concluido con su desaparición. Dicha pérdida supone no sólo la inexistencia física de un conjunto edificado de extraordinario potencial, sino una nueva ocasión perdida para tomar conciencia de la importancia y riqueza del patrimonio industrial, del importante papel que la industrialización ha jugado en la historia reciente de la arquitectura y el urbanismo. Antes de su demolición, la esperanza de que se tomase al fin conciencia del valor del Toblerone, nos recordaba las palabras demoledoras del poeta José Ángel Valente en relación a Almería, y nos hacían desear que no hubieran de ser aplicadas de nuevo al conjunto resultante de la demolición del cargadero rojo: “Los nuevos almerienses viven en barrios mostrencos que podrían estar construidos en cualquier parte del mundo, barrios que no tienen memoria, que acaso no lleguen a tenerla nunca”.
Así arranca un número que quiere poner en valor el gran patrimonio industrial que las generaciones precedente, aunque cercanas, nos han ido legando. Queremos equiparar su riqueza a la de cualquier otro tipo elemento patrimonial y, para ello, contamos con ejemplos como la intervención de OMA en Zollverein, la opinión del estudio AceboXAlonso, a quienes entrevistamos, las múltiples intervenciones en el espacio Matadero Madrid o la flamante nueva estación de Metro de Granada en Alcázar Genil de Antonio Jiménez Torrecillas, sin olvidar la increíble rehabilitación de los Hornos de Calcinación de Lucainena (Almería) de Luis Castillo y Daniel López.
El número acaba, entre otras cosas, con la visión de los Silos, catedrales olvidadas, de César Azcárate o la decadencia fascinante de Detroit.