TFM: El vacío intuido

DATOS

Título: El vacío intuido. Un jardín para el Albaicín y espacios para los vecinos junto al Carril de la Lona

Autor: Ana Isabel Rodríguez Aguilera

Localización: Entorno de la muralla zirí del Albaicín, Granada

Escuela: E.T.S.A.Granada

Convocatoria: Julio 2017 (Trabajo Fin de Máster, Máster Universitario en Arquitectura)

Tutores: Juan Domingo Santos, Eduardo Martín Martín y Alejandro Muñoz Miranda

FRAGMENTO DE LA MEMORIA DEL PROYECTO

“Creo que hay misterio cuando se ve la copa de un árbol detrás de un muro”. Luis Barragán

La intervención gravita entorno a un vacío longitudinal ya histórico delimitado por el lienzo sur de la muralla zirí del Albaicín y la tapia que lo separa de un quebrado callejón. Se trata de un espacio de superposición de distintas capas históricas, un jardín espontáneo que actualmente se encuentra sin uso y cerrado a la ciudad, conocido sólo por aquellos que deciden saltar y colarse.

Todo empieza con la curiosidad por esa tapia entre muralla y callejón. Las tapias en el Albaicín contienen los jardines encerrando atmósferas que se intuyen desde la calle. El callejón serpenteante junto a la muralla destaca por estar configurado casi íntegramente entre tapias por donde asoman copas de árboles o cuelgan hiedras, jazmines y celestinas. Para no desvirtuar la belleza del vacío entre muralla y tapia, el proyecto busca localizar los puntos justos donde abrir la tapia y recomponer bordes con actuaciones pequeñas que pongan en carga los diversos espacios y ambientes que ya existen y donde realmente habría que hacer muy poco.

Sobre el jardín junto a la muralla se llevan a cabo intervenciones en dos puntos donde la tapia se sustituye por una nueva que sigue el trazado de la anterior y coge el espesor mínimo suficiente para esculpir lugares donde sentarse o tumbarse e incluso albergar algunos programas asociados al jardín.

Sobre el extremo del Carril de la Lona se concentra más programa. Los vecinos reivindican recuperar el barrio como un espacio habitable real, destacando la sustitución de los comercios de toda la vida por tiendas orientadas al turismo y la falta de espacios para desarrollo de actividades culturales y de ocio.

Por un lado, en la Casa de la Lona se mantiene la topografía generada por los escombros de la antigua corrala de vecinos y se abre un jardín con una cota privilegiada de mirador sobre la ciudad. Junto a unas traseras de San Miguel Bajo se propone la nueva Asociación de Vecinos, punto desde el cual se gestionarían el Centro de Artesanía El Gallo y los nuevos programas del Carmen de las Maravillas.

Por otro lado, el Carmen de las Maravillas se descubre como un espacio que podría llenarse de actividad diaria cotidiana. De nuevo, la intensidad se va al borde sin pretender condicionar el vacío privilegiado de este mirador abierto sobre la ciudad y permitiendo un uso libre del jardín para acoger cualquier actividad, y se propone un edificio que responde a un posible uso cambiante, pensado para albergar una cafetería, locales para comercio de barrio y espacios para uso de los vecinos.

La tapia sur del carmen, la que fue la fachada del Colegio Mayor Albaicín, en el interior se descubre llena de heridas y cicatrices que permiten imaginar el antiguo colegio: restos de la capilla, puertas y ventanas tapiados, restos de alicatado… Se mantiene la tapia original y aparece un edificio separado cierta distancia pero en contacto con ella en dos puntos. Desde el espacio creado entre ambos se producen los accesos al interior del edificio y a los pasajes abiertos que conectan con las distintas terrazas del jardín.

El edificio funciona a dos cotas creándose un espacio principal central a doble altura. La escala doméstica de los espacios interiores se acompaña de ventanas al cielo, a la ciudad, al jardín y a la tapia que construyen pequeños lugares de los que apetece apropiarse.